Inspiradores por el mundo: Juan Roig o cómo hacer lo de siempre como nunca.

 
Si es verdad eso que dicen que todo el mundo tiene una canción que cuenta su historia, desconozco qué canción sería la que mejor contase la historia de Juan Roig, presidente de Mercadona. Pero si en lugar de «en estribillos» encontrásemos nuestra historia «en personajes de tinta y papel» yo me atrevería a apostar que Roig tendría mucho de la filosofía del sobrino de «el Gatopardo» de Lampedusa: «Todo tiene que cambiar para que nada cambie«- y otro tanto de las habilidades del conocidísimo detective Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle.
Roig ha demostrado muchas cosas a lo largo de todo este tiempo, pero la que más me impresiona es que no tiene ningún miedo a cambiar las cosas para mantenerse líder del sector. Aunque cambiarlas  haya supuesto -en algunos casos- tomar medidas muy polémicas como reducir referencias de marcas de sus lineales, medidas que, además de polémicas, con el tiempo han resultado rentables.
Y es que la mayoría nos quejamos de nuestros jefes, pero Juan Roig que tiene más de 4 millones de jefes (que son los hogares que compran asiduamente en sus establecimientos) no sólo no se queja, sino que ¡les escucha! y aquí es donde entraría su parecido con Sherlock Holmes si cambiamos excentricidad por practicidad y la dirección del sentido de sus habilidades deductivas: Sherlock mira las pistas del presente y deduce hacia atrás lo que ha pasado y Juan Roig también mira las pistas del presente pero deduce hacia adelante y se esfuerza en detectar lo que pasará.
 
Y es que hay muchas posibles claves del éxito de Mercadona (es la 9ª empresa del mundo en Reputación Corporativa y Roig el tercer empresario español más influyente tras Botín y Ortega) pero creo que esa capacidad de escuchar, y sobre todo, de atreverse a traducir lo que escucha en productos y estrategias, es lo que les ha ayudado a dar el mejor servicio a los clientes, lo que con el tiempo les ha convertido en líderes del sector.
 
Hay muchas historias que «corroboran» esta actitud de escucha, pero me gustaría destacar dos: una la que marca el origen de su archifamosa política de SPB: Siempre Precios Bajos, que se sitúa a principios de los 90, cuando la forma habitual de atraer clientes a los comercios era haciendo agresivas ofertas (incluso perdiendo dinero) de determinados productos. Con este panorama un jefe de planta de Mercadona se dio cuenta de que el producto que más se vendía era una cerveza que no variaba su precio, así que apostaron por esta política de abandonar los descuentos agresivos puntuales por los precios bajos constantes. Política que a día de hoy sigue vigente. 
 
Y la otra historia es mucho más reciente y enormemente ilustrativa de esta actitud. Cuentan que allá por el 2008 cuando la crisis deja de ser una amenaza para convertir en algo muy real, Juan Roig que veía como Mercadona perdía 40 clientes diarios, reunió a sus proveedores para hablar de la situación. En un momento abandonó la sala y volvió a aparecer hablando tranquilamente sin camisa y con la sorpresa de que ninguna de la 80 personas allí reunidas le dijera nada. Así que les preguntó que cómo era posible que nadie le dijera que no llevaba camisa…. y que se refería precisamente a eso, a que no es momento de estar callados sino de ser valientes y de tomar decisiones. La reunión acabó cuando Juan Roig pellizcó su cintura como metáfora de la filosofía que debía seguir Mercadona: haciendo alusión a que todo lo superfluo que no añadiese valor al cliente pero que sí aumentase el precio de los productos debía ser eliminado. Y de esta política han surgido iniciativas como imprimir los prospectos de los cosméticos en las cajas o hacer transparentes las pajitas de los pequeños bricks, que se han ido traduciendo en una bajada de costes orientada a bajar el precio del carrito de la compra.
Juan Roig está tan convencido de que el éxito de su negocio pasa por escuchar al cliente que ese mismo año implantó la Estrategia del Delantal un método basado en aprender de los clientes que toma forma de 13 centros de Co-innovación: una especia de laboratorios de prueba donde se invita a los clientes a usar los productos para ver qué se puede mejorar. Esta información pasa directamente a los proveedores y de allí a los lineales. 

Juan Roig tiene un puesto de honor en mi lista de personas inspiradoras para recibir el libro por haber sabido escuchar y convertir lo que escucha en algo útil para sus clientes, de hecho no se cansa de repetir que: 

“Un despacho es un mal sitio desde donde ver la realidad. Si el cliente y el trabajador están en el supermercado, si quieres aprender, innovar y adelantarte a sus necesidades, debes estar cerca de él, escucharlo y observarlo”.

Su actitud nos inspira a usar menos la boca para quejarnos y más las orejas para estar atento a detectar necesidades reales y esforzarnos en no tener miedo al cambio sino al apalancamiento. Pero, sobre todo, nos enseña a poner toda nuestra atención en ser de utilidad a nuestros verdaderos jefes: nuestros clientes. 

Supersticiones del s.XXI

A nadie se le escapa que las cosas cambian: con el tiempo hemos cambiado nuestra forma de peinarnos, de vestirnos, de relacionarnos, de bailar, de hablar, de vivir, de comer, de besar… hasta nuestra ropa interior ha cambiado:
Sin embargo hay otras cosas que, sin motivo aparente, continúan. Y una de esas cosas es la superstición. Mucha gente opina que ser supersticioso es de analfabetos, otros, sin embargo, consideran que es más propio de supervivientes, ya que en algunos casos el querer evitar la «mala suerte» nos ayudó a sobrevivir como especie. Lo cierto es que, curiosamente, aunque las supersticiones son muy diferentes de unas culturas a otras, la mayoría de culturas son supersticiosas por lo que podríamos decir que la superstición es algo que hemos interiorizado en nuestro comportamiento durante miles de años.

El caso es que en general es mucho más fácil hacer algo que tienes interiorizado de forma diferente que dejar de hacerlo. Nuestras necesidades como sociedad han cambiado así que nuestros símbolos de mala suerte también deberían hacerlo porque ser supersticioso no es malo, lo malo es no elegir bien lo que en verdad da mala suerte..

Por ejemplo, derramar sal era símbolo de mala suerte ya que la sal era un condimento muy preciado pues ayudaba a conservar los alimentos, además no era muy abundante por lo que no había que desperdiciarlo.Pero ahora la sal  no escasea y tenemos otras formas de mantener los alimentos así que ya no tiene sentido mantener esta superstición…

Entonces ¿ qué supersticiones son útiles en el s.XXI?

La lista puede ser infinita, pero lo ideal es que cada uno complete la suya propia. Yo voy a compartir sólo cinco «ismos» que creo que atraen la mala suerte.

El conformismo: Tu ex-compi de pupitre que ahora tiene un trabajo que le encanta no ha tenido más suerte que tú, quizás ha tenido menos mala suerte porque no ha sido conformista y ha estado menos tiempo en el sofá y más tiempo actuando.

– El «tacañismo»: hacer lo justo. Racanear en los esfuerzos. Hacer lo que te piden no lo que eres capaz de hacer.

El «flipismo»: Pasarte el día diciendo lo que vas a hacer y luego no hacerlo: La gente prefiere sorprenderse a decepcionarse así que es mejor no comprometerse a hacer algo que no estás seguro que  vas a hacer, y si no lo haces lo mínimo que tienes que hacer es disculparte. Sino, mala suerte.

El «buenismo»: pasarte la vida haciendo favores sin conseguir que quien los reciba los valores da muy mala suerte. Así como no pedir ayuda para conseguir lo que quieres.

El perfeccionismo absurdo: querer hacer las cosas tan bien que prefieras no hacerlas a mejorarlas poco a poco también atrae la mala fortuna. O quizás ninguna fortuna porque no haces nada.

A ver, que entre ser supersticioso y no serlo, tiene más sentido no serlo, pero si lo eres es muchísimo mejor elegir a qué serlo que no… ¿no creen?

¿Cuánto quieres lo que quieres?

Desde pequeños hay una pregunta que nos repiten una y otra vez nuestros padres, los amigos de nuestros padres, nuestros tíos, nuestros abuelos, nuestros profesores, vecinos, vecinos de vecinos, etc… : ¿Qué quieres ser de mayor? Cuando nos hacemos mayores sustituimos a familiares, amigos, y demás fauna por psicólogos o libros de autoayuda que nos invitan a darle una vuelta a esa pregunta y reconvertirla en esta otra: ¿Cuál es tu sueño? Y aquí empieza toda la literatura sobre que lo único que diferencia a un sueño de un objetivo es una fecha, o que nada motiva más que un sueño, que lo único importante para conseguir lo que quieres es saber lo que quieres, etc, etc, etc…
Bien, vale. Imaginemos que después de haberle dado muchas vueltas ya sabemos lo que queremos… Y ahora qué? eh? eh? eh? ahora qué? Pues cada vez estoy más convencida de que cuando empiezas a tener claro lo que quieres sólo necesitas ser consciente de cuánto lo quieres, es decir, de saber qué estás dispuesto a hacer para conseguir tu sueño/meta/objetivo.
Y es que todo el mundo habla del éxito y de la importancia de saber lo que quieres para alcanzarlo (y aquí se une lo de buscar algo que te haga feliz, echarle pasión, etc…). Pero si el éxito fuese una ecuación matemática, sería una ecuación de segundo grado pues tiene dos incógnitas: una, saber «qué» quieres y la otra, saber «cuánto» lo quieres, es decir, qué estás dispuesto a hacer (y también muy importante, a dejar de hacer) para conseguirlo.
Por ejemplo, Santiago Segura tenía muy claro «qué» quería: ser director de cine. También tenía muy claro «cuánto» lo quería: 100%, por eso lo dio absolutamente todo para conseguirlo. Y cuando digo todo es todo, y dentro de ese todo cabe pasar de concurso de TV a concurso de TV para recaudar fondos para poder realizar sus primeros cortos. Algo que a la mayoría de la gente le daría mucha vergüenza, él sólo lo consideraba como un medio para conseguir lo que quería. Y lo consiguió. Quizás le diera vergüenza e incluso miedo o pereza salir en cada concurso que podía. Pero afortunadamente sus ganas de ser director de cine fueron más grandes que sus miedos.
Hay «cuántos» de todos los tamaños. Uno XXL saltó a las noticias hace unos meses. Es un cuánto que me parece espectacular porque todos tenemos un proyecto o una idea que nos encantaría que se hiciese popular… pero ¿Qué estamos dispuestos a hacer para darla a conocer? Es un cuánto disfrazado de vandalismo pero que sobre todo habla de intensidad. El caso es que hay una organización llamada AE911 siglas de Architects and Engineers for 9/11 truth que defiende que el 9/11 las Torres Gemelas fueron destruidas por una serie de explosivos previamente instalados en ellas y no por el choque de los aviones que según ellos sólo fueron una «cortina de humo». Su finalidad no es tanto política de buscar culpables, sino «científica» de buscar explicaciones sobre cómo pasó. El caso es que para dar a conocer esta teoría a nivel mundial, o lo que es lo mismo, para volver a dar luz a este atentado, cometieron otro «atentado» escribiendo las siglas de su organización en el famosísimo cuadro de Delacroix y símbolo por excelencia de la revolución: La libertad guiando al pueblo, con un rotulador permanente negro. La historia completa se puede leer aquí.
Independientemente de lo muy reprochable que sea esta acción (aunque el cuadro no sufrió ningún desperfecto) no puedo dejar de admirar el grado de compromiso que es capaz de adquirir el ser humano cuando realmente quiere y cree en algo…
Y es que a veces los «cuántos» son tan grandes que hasta se vuelven inmortales… En eso precisamente se convirtió el sueño del actor Del Close (1934-1999) que amaba tanto su trabajo que pidió que cuando se muriese su cuerpo fuese donado a la ciencia y su cráneo al arte, ya que lo donó a un teatro de Chicago con el deseo expreso de que fuese usado en las representaciones de Hamlet… Del Close tenía un cuánto infinito.
Pero lo que realmente mola de los «qués» y los «cuántos» es que los puedes cambiar las veces que quieras. (porque cuando cambias uno cambia el otro). Por ejemplo, hace un tiempo mi sueño (mi  «qué») era publicar un libro, y quería publicarlo tanto que estaba dispuesta a decirle al editor que si su problema era que tenía miedo de que el libro no se vendiese, que no se preocupase, que la primera edición ya estaba vendida. La verdad es que al final mi editor confió en mi y no hizo falta que comprase la primera edición. Y no es que sea una flipada o que esté forrada como para comprar primeras ediciones a diestro y sisniestro, pero tenía claro que mi «cuánto quería publicar un libro» debía ser mayor a su miedo a que el libro no se vendiese… así que pensé que una forma de vencer ese posible miedo era acabando con él: pensé que si la gente pedía un crédito para comprar un coche como herramienta de trabajo.  ¿Por qué no pedirlo yo para comprar un libro que también podría ayudarme profesionalmente? A nadie le sorprendería pedir un crédito para comprar un coche, ¿por qué no pedir una crédito para «comprar» un sueño?  Creo que todos tenemos un montón de recursos: ya sea tiempo, dinero o amigos de los que ni si quiera somos conscientes, y que por eso no «usamos». Y también creo que nadie tiene derecho a no hacer todo lo suficiente para cumplir un sueño.
El caso es que una vez ese «qué» (el de publicar un libro) ya está cumplido,  he decido cambiarlo por otro «qué»: ahora ya no quiero publicar un libro, ahora lo que quiero es que la gente compre el libro para poder escribir otro libro. Así que voy a empezar «a poquitos» haciendo uso de los recursos que tengo. Tengo más ganas de que el libro se venda que vergüenza de pedir ayuda, así que si ya has leído el libro y te ha gustado, por favor recomiéndalo, si conoces a alguien que trabaje en algún medio de comunicación que podría ayudarme, preséntamelo, si se te ocurre alguna idea para vender el libro, dímela…,  si quieres puedes ayudarme a cumplir un sueño de muchas formas, y una de ellas, si aún no lo has hecho, es comprando el libro aquí. 😉
Todo esto para decir que lo principal para cumplir sueños es comprometernos con lo que queremos 100%. Hay una Fábula del management que lo explica perfectamente: dice que a la hora de emprender un proyecto la gente se divide en cerdos o gallinas. Y es que es muy sencillo, imaginemos que tu sueño es un desayuno de huevos con bacon… en ese desayuno queda claro quién se compromete con el sueño y quién simplemente se implica. La vida te da miles de oportunidades día a día para elegir ser cerdo o gallina. Y claro que hay un montón de miedos que nos complican lo de cumplir sueños. Por eso no debemos olvidar nunca que siempre podemos ser más grandes que nuestros miedos.. Al final todo tiene que ver con el amor: con cuánto quieres lo que quieres, con cuánto ames lo que haces. Ya lo dijo Platón, «No hay ser humano, por cobarde que sea, que no pueda convertirse en héroe por amor»… Quizás sea el momento de plantearse echarle menos huevos y más corazón.

Sexy Thinking: Cómo convertir lo aburrido en atractivo

Hace un tiempo hubo un experimento en el que a unos estudiantes se les daba una carta astral según su fecha de nacimiento… Sorprendentemente la mayoría de los estudiantes resultaron estar de acuerdo o muy de acuerdo con lo que la carta astral decía sobre su forma de ser. Pero lo aún más soprendente fue que todas las cartas eran iguales. Y es que a pesar de que hay infinidad de cosas que nos diferencian a unos de otros también hay otra infinidad que nos iguala. Una de esas cosas en la que no importa la edad, sexo, condición social o sexual es que a todos nos gusta gustar. A lo mejor no a todo el mundo, ni con la misma intensidad, pero entre gustar o no gustar está claro que nos quedamos con la primera opción. Por eso no es de extrañar el hecho de que nos esforcemos mucho en gustar a los demás.
Uno de esos esfuerzos pasa por resultar sexy. «Sexy» es la palabra que hemos importado del inglés para decir «atractivo». Por eso cuando una mujer se viste en plan sexy se viste con la intención de atraer la atención, es decir, de resultar atractiva. El caso es que  toda mujer sabe vestirse así a pesar de que no existe un «uniforme sexy». Y es que hay una regla muy sencilla que no falla: destaca lo que te guste más de ti y disimula lo que menos. Es decir, dirige la atención a las partes de tu cuerpo que te gusten más.
Por ejemplo el maquillaje: Si tienes unos ojos muy bonitos pero sin embargo tus labios no los son tanto, resultarás mucho más atractiva si resaltas tu mirada. Lo mismo con la ropa, si tienes unas buenas piernas pero muy poco pecho resultarás más sexy enseñando piernas que no al revés. Es sencillo. Lo curioso de todo esto es que nos esforzamos mucho en resultar sexys a los demás enfocando su atención a dónde queremos, pero ¿Por qué no nos esforzamos en que todo lo que nos parece un coñazo nos resultase más sexy haciendo exactamente lo mismo pero en lugar de jugar con la atención de los demás hacerlo con la nuestra? 
La teoría parece sencilla, el sexy thinking simplemente consistiría en dirigir nuestra atención a la parte que nos gusta en lugar de la que no nos gusta. Por ejemplo ¿Cómo podría conseguir que me resultase más sexy cocinar? La idea no es cocinar en plan «pornochacha» con una cofia como única vestimenta. La idea es dirigir la atención a lo que nos gusta y no a lo que no. Por ejemplo, puede que no te guste cocinar porque te parece una pérdida de tiempo, pero sin embargo te gusta comer bien. En este caso deberíamos fijar nuestra atención en el resultado final y no en el proceso. Me explico: quizás tardes lo mismo en ir a trabajar que en cocinar un plato decente (¿media hora?) A la mayoría de las personas esa media hora en coche de casa al trabajo no les aburre, sino todo lo contrario, porque es un momento que no ponen su atención en mover el volante a la derecha, a la izquierda, acelerar, frenar, pitar, insultar, acelerar otra vez, etc… No ponen su atención en conducir (eso lo han automatizado) ponen su atención en la finalidad: llegar a la meta, y en el «aderezo»: escuchar las noticias por la mañana, pensar lo que tienes que hacer durante el día, etc… No sé si a mucha gente lo de conducir les resulta sexy o no, pero sí sé que a la gran mayoría han conseguido automatizar lo que no les gusta y poner la atención en lo que les gusta: llegar a la meta y disponer de media hora para ellos. El sexy thinking en el caso de cocinar consistiría en hacer lo que hacemos para que conducir no nos parezca un coñazo: fijarnos más en la meta (comer rico) que en el proceso (pelar, cortar, freír, etc). Y entretenernos mientras hacemos lo que nos resulta aburrido: escuchar la radio mientras troceas cebollas u ordenar pensamientos mientras sofríes tomate.
Lo que mola del sexy thinking es que se puede usar para lo que queramos: desde que una persona te resulte más sexy o incluso para vender más. Imagina que odias a tu jefe profundamente porque tiene una voz desagradable, el sexy thinking en este caso consistiría en no prestar nada de atención a su voz y sí al contenido de lo que dice o a algo que te resulte mínimamente interesante. Lo que sea, aunque sólo sea su forma de vestir. Lo mismo con tu suegra. Quizás odias que sea tan pesada y dominante con su hijo, el sexy thinking puede ayudarte a dirigir tu atención a no verla como una mandona sino como una mujer que quiere mucho a su hijo y que puede aprender a quererle mejor dándole un poquito más de libertad.
Pero el sexy thinking donde funciona especialmente bien es en el mundo empresa: nuestro éxito dependerá de lo sexy que resulten nuestros productos y servicios a los demás. Y no hablo de prostituir precios hasta el punto de que nadie gane nada, hablo de dirigir la atención hacia lo que hacemos mejor que los demás: si no somos competitivos en precio pero sí en calidad, destaquemos eso. Si no somos competitivos en calidad pero sí en rapidez: destaquemos eso. Y así hasta el infinito.
El arte del sexy thinking consiste en dirigir nuestra atención de forma valiosa, no dejar que nuestra atención nos dirija a nosotros. Quizás no puedes evitar que tu atención se fije en algo que no te guste. Pero no hay absolutamente nada que te obligue a mantener tu atención ahí.
Así que si no quieres que tu vida te parezca un «coñazo»…
Think sexy, my friend
Por cierto,en internet hay mil opiniones diferentes sobre lo que es sexy o no, pero hay una cosa en la que todos coinciden: nada es más sexy que una sonrisa. 🙂

Palabras: armas de construcción o destrucción activa

No se me ocurre mejor forma de hablar de la importancia de las palabras que contando una historia: un día un profesor tenía como objetivo que sus alumnos fuesen conscientes del poder del lenguaje y de lo mucho que afecta a nuestra forma de pensar y de actuar. Para ello podría haber contado miles de ejemplos en los que una vez tras otra una palabra dicha a tiempo o a destiempo cambiase el curso de una situación o el pensamiento sobre algo. Pero pensó que quizás fuese más efectivo que fuesen las propias palabras las que hiciesen de maestras para que los alumnos nunca olvidasen el inmenso poder que tienen.

Para ello se armó de ingenio y de una simple caja de galletas cubierta por una bolsa que ofreció a unos y otros, y que muchos aceptaron encantados, mientras trataba de convencerlos de que las palabras son el arma más poderosa jamás diseñada por el hombre, porque es la única que sin ayuda de nada más es capaz de provocar mariposas en el estómago o todo lo contrario… Los alumnos trataban de digerir la explicación de su profesor al tiempo que masticaban las galletas cuando de repente el profesor para que todos fuesen conscientes de lo mucho que nos afecta llamar a las cosas de una forma o de otra, dejó de hablar, sacó el paquete de galletas de la bolsa y permitió que todos ellos vieran claramente lo que ponía en él: Galletas para perros. Sólo tres palabras hicieron reír a unos, vomitar a otros y, sin duda, convencieron a todos del impacto que pueden producir las palabras en nuestra forma de pensar.  (desconozco la autoría y veracidad de esta historia, a mi me la contaron hace tiempo y me encanta contarla cada vez que alguien menosprecia a las palabras).

Nombrar lo mismo con palabras diferentes consigue sugerir en nuestra mente cosas totalmente distintas. Por ejemplo, podemos usar los términos «multinacional petrolífera» o «empresa energética» para nombrar la misma realidad pero sugiriendo significados totalmente diferentes que persiguen una intención bien distinta: ante una encuesta la gente probablemente se muestre mucho más receptiva a una «empresa energética» que a una «explotación pretolífera» ya que la primera sugiere progreso y la segunda contaminación. En economía pasa algo parecido… que tu banquero haga ingeniería financiera, «mola», que defraude o engañe, no. La misma acción descrita de una forma u otra pasa de transmitirnos tranquilidad («Qué listo es mi banquero») a miedo («pues sí que es listo mi banquero, me roba»)

y es que es imposible decir sin sugerir, por eso debemos ser tan cuidadosos hablando de la historia. Para comprobarlo podemos hacer un poco de «historia ficción»: ¿Qué pensarían los americanos si de repente en España empezásemos a llamar a América «Nueva España»? ¿Lo aceptarían sin reservas o pensarían que es una manipulación interesada e inexacta de los acontecimientos? Entonces, ¿Qué debemos pensar nosotros cuando la Corona de Aragón (constituída en el siglo XII) empieza a nombrarse «Corona catalano-aragonesa» a partir del siglo XIX?

Que Woody Allen diga en una de sus películas que ha dado «un narizazo a una rodilla» tiene gracia, que en la web de la Generalitat Catalana diga que «Cataluña la vieja obtuvo por vía matrimonial el Reino de Aragón», no, porque la intención de Woody es muy clara: divertir, pero la de la Generalitat…

Y es que así como los alumnos cambiaron su opinión respecto a las galletas al nombrarlas de otra forma, es inevitable que «renombrar» la historia afecte a nuestra forma de pensar.

Pero el lenguaje además de para separar, puede servir para unir. Hay un ejemplo de «para unir» que me encanta: Luke Bucklin era un empresario americano que estaba convencido de que el título de los puestos de trabajo deberían «empoderarnos» no limitarnos, así que decidió nombrar a todos sus empleados co-presidentes. A pesar de que murió en un accidente antes de poder ver llevada a cabo esta acción sus socios conmemoraron su memoria llevando a cabo su deseo: un deseo de que la gente tomase parte en la empresa, de que se implicase, de que fuese más que el cargo que ponía en sus tarjetas de visita… La preciosa historia se puede leer aquí.

Y es que nombrar las cosas de una forma o de otra crea impactos muy diferentes… El poder de las palabras es ilimitado, por lo que a la hora de comunicarnos y de transmitir debemos elegirlas como si nos fuésemos a casar con ellas… no sea que nos pase como al protagonista del caso Slevin, que después de que le hayan dado una paliza su compañero le dice:  «Estoy seguro de que esa boca se ha ganado es nariz.» Así que si no queremos que le pase nada a nuestra nariz, cuidemos lo que sale de nuestra boca…

Inspiritistas por el mundo: Falsarius Chef o cómo cocinar la cruda realidad

 

Si los españoles fuésemos ingredientes y España un plato de cocina, probablemente no sabría nada bien. Dicen que el secreto del sabor es la armonía, saber equilibrar… y parece evidente que en España sobran «villanos» y faltan «héroes»… pero haberlos hay los, y Falsarius chef, el cocinero bloguero democratizador de la cocina creativa más famoso de internet, se cuenta entre ellos, de hecho cumple una a una todas las características que tienen los súper-héroes más conocidos:
-Alter Ego:
Sabemos que Superman en sus ratos libres era el periodista Clark kent, sabemos que Spiderman era Peter Parker, no sabemos cuál es el álter ego de Falsarius pero sabemos que Falsarius no es un nombre que unos padres elijan para un hijo… Quizás como la mayoría de los súper héroes Falsarius se ha creado una identidad para pasar desapercibido por miedo a las posibles represalias de los cocineros «de postín»  que nos han hecho creer que para comer bien hay que ir a los restaurantes.
 
-Uniforme:
Reconocer a un súper héroe es fácil. De hecho si le dices a un niño que te dibuje a uno, en su dibujo no puede faltar malla, capa, antifaz y calzoncillos por fuera. De Falsarius sabemos que ha cambiado antifaz y capa por naríz postiza, gafas y gorro que ocultan su verdadera identidad y al mismo tiempo le hacen fácilmente reconocible a sus adeptos.
-Misión:
Como buen súper-héroe a Falsarius no la faltan archienemigos. Falsarius lucha contra el concepto de que cocinar rico es difícil y aburrido. De hecho su especialidad es conseguir que los platos parezcan muy elaborados cuando en realidad no lo son. Y por tener tiene hasta una PROCELOSA DECLARACIÓN DE INTENCIONES:
Para comer bien no hace falta mucho tiempo, ni productos caros, ni saber cocinar. Ni siquiera nitrógeno líquido, aunque pueda parecer mentira. Y no sólo se puede comer bien sino que, además, se puede quedar como un príncipe ante las visitas, recurriendo a algo tan sencillo como la impostura. Engañar, eso es lo que aquí pretendemos. Engañar a la vista, al olfato, al gusto y hasta al bolsillo. Pura farsa, aunque esta vez por la noble causa de la gastronomía y el cuidado de nuestro ego
-Armas:
No tiene sentido arácnido, pero tiene sentido común y se ha dado cuenta de que la cocina de mercado debe dar paso a la cocina de supermercado: ya no tenemos el mismo tiempo que antes para cocinar ni cocinamos para tantos (detallazo que muchas de las recetas de Falsarius chef ponga ingredientes para un sólo comensal). Además de su inusual sentido común cuenta con un extraordinario sentido del humor y bautiza a sus creaciones con genialidades como:
Huevos a la Urdangarín en el que no faltan huevos, por su puesto, ni sobrasada mallorquina,
Lasaña de langosta fantasma  que recibe este nombre ya que su ingrediente estrella es una lata de crema de langosta Campbell’s que asegura llevar entre sus ingrediente un 4% de extracto de langosta. 
Berberechos Sarkozy de los que puedo dar fe de que resultan tan fáciles de hacer como deliciosos. Mucho.
Recomiendo encarecidamente que visitéis su web y que compréis sus libros.
 
Falsarius se ha ganado un puesto de honor en mi lista de personas inspiradoras para recibir el libro por haber sabido encontrar un hueco en el mercado (aunque en su caso más bien sería en el «supermercado). Ha hecho para sí mismo lo que la mayoría de multinacionales hacen para sus marcas, con la diferencia de que Falsarius lo ha hecho a golpe de ingenio y la mayoría de marcas «a golpe de Euros» (agencias de publicidad mediante). Primero, ha sabido identificar un nicho de mercado: gente que le gusta comer bien pero que no tienen mucho tiempo para cocinar. Segundo, ha sabido darles un producto: una forma diferente de cocinar. Y como postre se ha creado un personaje que conceptualmente encaja genial: un cocinero disfrazado de incógnito para evitar posibles represalias de otros cocineros que no quieren que divulguen sus secretos lo hace aún más visible. Y encaja tan bien porque no sólo su atuendo es divertido: sus recetas, cómo las bautiza, y cómo las presenta, también lo son.
La actitud de Falsarius no enseña que aunque la realidad que vivimos es muy cruda, está en nosotros el atrevernos a cocinarla para que sea más dulce o más salada. Ya se sabe, cuestión de gustos.

Inspiradores por el mundo: Eduardo Lazcano o cómo ver el "Bright side of life"

Siempre he pensado que el Marketing tiene un poco de «cuento», pero si los expertos de esa disciplina de alguna forma se pareciesen a los personajes de las historias que empiezan con «Érase una vez» no me cabe ninguna duda de que Eduardo Lazcano se parecería un poco al flautista de Hamelín. Y no por «dejar sin infancia a un pueblo», sino por saber encantar a diferentes públicos: a ratas y niños -uno-, y a compañeros de trabajo y clientes -otro-, haciendo algo que le encanta: tocar la flauta el de Hamelín y motivar, Lazcano.
En la vida real Eduardo Lazcano no protagoniza ningún cuento, sin embargo, desde hace poco sí se ha convertido en una especie de protagonista de un «reality tuitero» coprotagonizado por una de sus compañeras: Carlota Sacristán. La historia comenzó hace apenas un par de semanas cuando Carlota empezó a seguirle en Twitter (Eduardo es su jefe) y él, al darse cuenta de que ella sólo contaba con dos seguidores en la red social vio la oportunidad perfecta de que su subordinada mejorara sus habilidades como especialista en Marketing y él mismo las suyas como director. Para ello dirigió las pasos de Carlota a aprender por sí misma el funcionamiento de las redes sociales, sí, pero también a comprender la importancia de implicarse en los proyectos, de poner actitud y ganas. Para conseguirlo le lanzó el reto de que consiguiera más de 1000 followers en una semana y que si lo hacía, él se comprometía a cederle su despacho y su plaza de parking durante siete días.
 
Carlota aceptó el reto y comenzó su propia campaña:
Pero Lazcano para avivar más el juego también se involucró plenamente… y cuando digo plenamente quiero decir plenamente:
 
  
La historia se puede leer aquí pero el caso es que al final ganaron los tres: Carlota porque demostró que tiene muchas cosas que demostrar y ha sido un gran ejemplo, Lazcano porque ha sabido pedir dando, contagiando su actitud y creatividad, y dar ejemplo, y Pernod Ricard,  – la empresa en la que ambos trabajan- porque ha tenido mucha visibilidad y porque las empresas están hechas por personas, y en este caso por personas a las que apetece conocer…
 
El caso es que Lazcano se ha ganado un puesto de honor en mi lista de personas inspiradoras para recibir el libro por «vivir en 3D». Me explico, en uno de sus blogs (que recomiendo mucho) habla de la gente que «habla en 3D, «gente que al decir, dice mucho más de lo que dice», pone como ejemplo a un amigo de su padre que una vez dijo “la vida no puede alargarse, pero puede ensancharse”. Pero desde mi punto de vista Lazcano no sólo habla en 3D, ACTÚA en 3D porque piensa lo que dice, dice lo que piensa, y hace los que dice. Curiosamente antes de su debut mediático tuitero en uno de sus blogs habló de una teoría que tituló : Always look on the bright side of life y que se basa en que «Las personas somos buenas por naturaleza. Y también somos chungos, muy chungos. Somos las dos cosas y podemos cambiar el registro de un momento a otro sin mayor esfuerzo» pero está convencidode que «hay gente, hay entornos y hábitats que hacen que salga el “yo bueno” de las personas» y además dice que si tuviese que elegir un rol en el mundo y en la vida, elegiría ser una persona que saca lo mejor de los que le rodean. Parece un prólogo de lo que sucedería unas semanas después. Pero es que no podía ser de otra forma, actuar en 3D es lo que tiene. 
 
Lazcano con su actitud saca lo mejor de sí mismo y al hacerlo saca lo mejor de los demás, espera lo mejor de los demás y al hacerlo encuentra lo mejor de sí mismo. Su actitud nos inspira a que de nosotros depende ensanchar nuestra vida y la de los demás, así, aunque tengamos vidas cortas, serán grandes.

Carpe Opportunum

Hay películas que marcan a generaciones enteras. Una de esas películas es el club de los poetas muertos y una de esas generaciones, la mía. Inolvidable cuando el profesor se convirtió un poco en capitán de todos y nos legó toda una filosofía de vida: Carpe diem, aprovecha el momento. Se supone que el latín es una lengua muerta, pero seguro que la he matado un poco más con mi atrevida traducción de lo que yo considero aún un poquito más importante: aprovecha las oportunidades. Y es que ser consciente de que el tiempo pasa y de que nunca más volveremos a ser tan jóvenes como en este instante está muy bien, pero saber que la vida está llena de oportunidades que muchas veces somos incapaces de aprovechar por miedo, por una mal entendida prudencia, por desconfianza e incluso por pereza, también.

Y es que las oportunidades pueden venir disfrazadas de mil formas diferentes y nuestro deber es no dejarlas pasar. Hay veces que vienen disfrazadas de un disfraz tan bonito que no nos las creemos y no las aprovechamos. Por ejemplo, hace unos años representantes de una página web de precios inglesa salieron a la calle con carteles ofreciendo a los viandantes un billete de 5 libras sin condiciones. El resultado es que sólo 28 personas de 1800 lo aceptaron. Por lo visto aquí la oportunidad se disfrazó de algo tan fácil que la gente no se lo creyó y no supo sacarle partido.

Y es que dicen que la inteligencia es como las erecciones: muy difícil de ocultar; pues las oportunidades deben ser como el amor: no siempre son evidentes y muchas veces no salen adelante porque te parece muy complicado o porque no te lo acabas de creer, pero siempre vale la pena intentarlo. Y si es verdad que el amor, cuando es verdadero, siempre triunfa, pues no debe ser mentira que las oportunidades, cuando hay verdadera voluntad, siempre se aprovechan. Por ejemplo, el domingo pasado sin ir más lejos la oportunidad vino disfrazada de apagón en la súperbowl. Algo que para muchos pudo ser considerado como un contratiempo o una verdadera putada, para otros fue una verdadera oportunidad. Al menos lo fue para Audi que aprovechando el nombre del estadio donde se jugaba la final: Mercedes-Benz Superdome, no dudó en mandar este tuit:
En el que hace mención de su su máximo competidor con un ataque directo en forma de indirecta: «Mandando unos cuantos LEDs al @MBUSA Superdome ahora mismo» lo que se tradujo en tantas sonriras como RT (más de 9.000)
El caso es que las oportunidades pueden venir disfrazadas de chollo, de putada, de cena con desconocidos, o veteasabertudequé. Lo peor de las oportunidades es que no avisan y no siempre salen como nos gustaría, pero lo mejor, es que siempre vale la pena intentarlo. Y no hace falta ponerse encima de la mesa del despacho a gritar como descosidos «Carpe Opportunum» pero sí hace falta estar muy abierto a lo inesperado y a hacer que las cosas pasen. Lo dicho, mucha «Carpe Opportunum» para todos. La vida está llena de oportunidades: llenemos nuestros días de apertura mental para detectarlas y de valor para aprovecharlas.

Inspiradores por el mundo: Fran Guijarro o el poder de hacer que las cosas pasen

Dicen que 6 de las 10 profesiones a las que se dedicarán los niños de hoy en día aún no se han inventado. Pues yo estoy convencida de que esta proporción va a cambiar gracias a Fran Guijarro, porque a Fran Guijarro lo de llamarle «director de cine» se le queda muy corto, y es que, que yo sepa, los directores de cine cuentan historias y Fran, además de contarlas,  las crea.
Hace un tiempo ya hablé de él en un post en el que hablaba de cómo una idea podía cambiar la vida de una persona. Hablaba de este corto llamado I wish.
Y de cómo esos tres minutos y medio de metraje habían cambiado la vida de Moses, el protagonista, un sin techo que lleva viviendo bajo el cielo de San Francisco más de dos décadas. El caso es que la experiencia fue tan positiva para Moses y para Fran que junto a Martín Rosete y Juli López decidieron convertir ese corto en largo, o lo que es lo mismo, en una película-documental: Moses, the movie, que recoge los cinco años posteriores a la grabación del corto en los que Moses cambió radicalmente su vida: dejó de fumar crack, cumplió los tres grandes deseos de su vida: tocar el Mediterráneo, ver el Guernica y comerse una paella, y decidió dedicar el resto de su vida a ayudar a las personas a cumplir los suyos transmitiendo un mensaje de optimismo: «nunca sabes lo que va a pasar a la vuelta de la esquina aunque hayas dormido en esa esquina durante más de 20 años». El documental, que aún no se ha estrenado pero ya se ha grabado y está en la fase final de realización, ha sido subvencionado gracias a una campaña de crowfunding, es decir, gracias a la colaboración de otras personas, lo que hace su mensaje aún más poderoso porque habla de la posibilidad de cambiar la sociedad y eso sólo es posible colaborando.
Pero a mí, lo que más me impresiona de Fran, es la vida que da a las ideas: primero tiene una idea, luego convierte esa idea en un corto, luego convierte ese corto en un largo y, no contento con eso, decide convertir la excepcional historia de Moses de ese largo en algo «cotidiano» que puede pasar a cualquier sin techo gracias a un proyecto en el que pide la ayuda de todos: Street Angel program
Se trata de un proyecto precioso que me recuerdo un poco a los atrapa sueños de los indios, pero que en lugar de atrapar nuestras pesadillas mientras dormimos, atrapa nuestros miedos mientras vivimos con sólo una aplicación de móvil. Y es que muchas veces no ayudamos a los sin techo por miedo a que se gasten nuestra ayuda en drogas o alcohol, y el proyecto no sólo pulveriza este miedo sino que además nos ayuda a estar más conectados. Este proyecto pretende provocar un cambio social gracias a la tecnología que hasta ahora había sido como un muro cada vez más alto que separaba a los que tienen acceso a ella de los que no, pero que Fran ha sabido convertirla en un puente que nos una: ya que, por una parte, permitirá hacer donativos que serán convertidos en puntos que recargarán unas tarjetas que llevan los sin techo que quieran participar de la iniciativa  y que sólo podrán canjear por alojamiento o comida, nada de alcohol o drogas, por lo que ya no tiene cabida el temor a que hagan un mal uso de los donativos, y por otra, servirá para conectar a los sin techo con las personas que les ayudan. Y es que la lógica de Fran es tan aplastante que asusta: cada vez que le comentan la dificultad de su proyecto no duda en contestar: «debe ser más difícil enviar a una pareja de astronautas a Marte que mejorar las condiciones de los sin techo ¿no?» Por cierto, parte de los beneficios de la película irán dirigidos a poner en marcha el proyecto.
Fran se ha ganado un puesto de honor en mi lista de personas inspiradoras para recibir el libro porque tiene muy buenas ideas pero, sobre todo, porque tiene el valor de llevarlas a cabo: Fran no se pasa en día pensando en cómo serían las cosas si las pusiese en marcha, Fran pone las cosas en marcha y va resolviendo problemas mientras surgen, y además, gracias a ello, va encontrando nuevas oportunidades que sino hubiese puesto las ideas en marcha jamás se habría encontrado.  La actitud de Fran nos recuerda que para hacer las cosas es mucho más importante tener ganas que experiencia,  ya que la experiencia se gana haciendo, no pensando.
Y es que hay gente que se pasa la vida pensando en cómo cambiar el mundo y otros como Fran se pasan la vida cambiándolo: Fran no tiene una libreta llena de ideas, tiene una vida llena de acción.

Inspiradores por el mundo: Marcos de Quinto, la "Chispa" del liderazgo

Si Coca-cola fuese un país Marcos de Quinto no sería su Rey porque los reyes deben su cargo a su herencia y Marcos de Quinto se lo debe a su conquista. Ese país muy probablemente sería una isla, y también, muy probablemente, esa isla sería como la «isla del tesoro»: Y es que Marcos de Quinto no deja de repetir -cada vez que tiene ocasión- que lo mejor de Coca-cola no es que sea la marca más valorada año tras año durante años, ni que incluso el mismo nombre de la compañía sea la palabra más conocida en todo el mundo después de «OK», según de Quinto, lo mejor de la también conocida como Fábrica de la Felicidad -su tesoro- es su gente: su secreto: «somos felices porque hacemos lo que nos gusta y nos gusta lo que hacemos«.
 
De Quinto practica la «Resultadocracia», pero sabe que los buenos resultados no vienen de «hacer las cosas «porque no hay otra» sino de hacerlas «porque de verdad se cree en lo que se hace» Por eso no se ve como presidente de una empresa sino, más bien, y como él mismo dice «Me siento como el capitán de un barco pirata con una tripulación muy curiosa; cuento con un equipo de gente con mucho talento, todos son caballos pura sangre y, en ese sentido, como capitán, tengo que canalizar las energías de todos ellos contra adversarios comunes. Mi objetivo es mantener a todo este equipo sacando lo mejor de ellos con mucha energía. Para ello, uno tiene que tener las ideas claras, ser muy íntegro y muy honrado, la gente sigue a las personas con ideas claras, que mantienen posturas valientes respecto a lo que hay que hacer y que tienen un sentido de la integridad con los equipos» De Quinto prefiere motivar a obligar y es tan fiel a su producto que no falto de humor dice que nunca bebe calimocho, pero no por no estropear el vino, sino por no estropear la Coca-cola.
El presidente de Coca cola tiene un puesto de honor en mi lista de personas inspiradoras para recibir el libro porque no sólo ha conquistado la mayoría de rankings de marketing, publicidad y gestión, sino porque, sobre todo, ha conquistado a sus trabajadores o como él prefiere llamarlos a sus compañeros de equipo y es que Marcos ha sido la única persona de todas las que me han propuesto para formar parte de la lista  (y no han sido pocas) que ha sido propuesta por una persona de su propio equipo. La única. Y es que parece ser que hay dos tipos de jefes: a los que admiras y a los que obedeces, y por lo visto, de Quinto pertenece a los primeros.
 
Algún amigo suyo le ha definido como «empresario irreverente» y le gusta mucho esa definición ya que de alguna forma «reverencia la irreverencia» puesto que desde su punto de vista sólo se evoluciona cuando alguien se replantea la forma de hacer o entender las cosas, es decir «a golpe de irreverencia»
 
Pero Marcos es admirado dentro y fuera de su empresa y él mismo encuentra parte de su éxito en su voluntad de escuchar. Y es que muchos profesionales quieren adivinar el gusto de sus consumidores y al hacerlo, como no son telepáticos, sus esfuerzos se vuelven «telepatéticos», De Quinto es más bien tel(e)mpático, no pretende adivinar nada, no lee las mentes de nadie pero en cambio sí lee los pensamientos de muchos en sus timeline de Twitter. Y es que al contrario que otros muchos personajes reconocidos que usan Twitter para «decir», Marcos lo usa para «decir» y para «que le digan». Contesta a todos sobre cualquier tema y curiosamente en su biografía tuitera también se define como: Pirata. Navego sin bandera. No pretendo convencerte de nada acaso dudar de lo que sabes.

Marcos defiende su libertad de pensamiento y de opinión cada vez que alguno se sorprende que alguien con ese cargo diga libremente lo que opina ante cualquier situación como un ciudadano más, porque, además de presidente de Coca-cola, es persona y como tal libre de expresar su opinión.
Lástima que a Coca-cola no le de por poner en sus lata frases suyas como en los sobrecitos de azúcar porque entre sorbo y sorbo podríamos leer perlas como esta:

Decir lo que uno piensa puede hacernos perder a algunos amigos; callarlo puede hacer que nos perdamos a nosotros mismos.

Ya lo dijo Espronceda:

 
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
 
Y es que la palabra pirata etimológicamente proviene de un verbo griego que significa intentar fortuna en la aventura, y de Quinto es aventurero y afortunado, pero sobre todo, como buen pirata, siempre es fiel así mismo, aunque su humildad hace que esconda su coherencia en  algo así como en un «ahorro de energía» pues defiende que  «es menos complicado ser la misma persona en todo momento (en el trabajo, con los amigos, en mi vida personal…) que adoptar personalidades en las que uno nunca acaba sintiéndose cómodo del todo«
 
El actual presidente de Coca cola Iberia tras 30 años en la compañía asegura que lo mejor de su trayectoria profesional es haber conocido a las personas que ha conocido y que el secreto de Coca cola no está en su fórmula sino en su gente. Su actitud nos enseña que hay personas que se hacen grandes haciendo grandes a los demás.