En uno de sus libros Elsa Punset cuenta un experimento protagonizado por niños que compartían edad pero que se diferenciaban en nacionalidad: unos eran ingleses, y otros españoles. El experimento consistía en llevar a los niños al aire libre y pedirles que pintasen el paisaje que tenían ante sus ojos. El sorprendente resultado fue que, independientemente del color del cielo en ese momento, los niños ingleses lo pintaban de color gris y los españoles, azul.
Este experimento de apariencia tan simple evidencia una cosa que la mayoría de veces se nos escapa: y es que no vemos las cosas como son, sino «como han sido». Es decir, que todos nacemos en un mundo pero que a su vez construimos nuestro propio mundo a través de los patrones mentales que vamos creando del mismo. Y creamos los patrones según lo que vayamos viviendo: por eso pintan el cielo tan diferente los niños ingleses a los españoles, porque su experiencia del cielo ha sido muy distinta para ambos.
El hecho es que de forma inconsciente buscamos explicar el mundo, sacar generalizaciones. Desde pequeños vamos procesando información y vamos creando nuestros propios patrones según las experiencias que vamos teniendo y de la información a la que tenemos acceso y que podemos obtener desde libros y revistas a películas, videojuegos, internet y conversaciones de ascensor. O de donde sea. Todo suma para crear nuestro mundo, nuestros patrones de lo que está bien y de lo que está mal, de lo que es aburrido o divertido, de lo que mola o de lo que no mola. Muchos de estos patrones son individuales, pero muchos otros son colectivos y los compartimos con la sociedad en la que vivimos, que además cada vez tiene más acceso a la misma información. La serie de moda en Nueva york también puede ser la serie de moda en Cuenca. Es así.
El caso es que sacamos patrones de todo, hasta de lo que consideramos moderno, innovador. Por eso es tan difícil innovar, por que para ello hay que romper los patrones que hemos construido nosotros mismos. Y por eso nos hacen sonreír las visiones del futuro que tenían en el pasado, porque las hacen desde sus patrones y no desde los nuestros.
Por ejemplo una cosa que aún no se ha conseguido, (si no tiramos de biblia), es algo que hace 100 años se imaginaban que haríamos de forma habitual a día de hoy. Y claro se lo imaginaban usando los patrones que tenían a mano… Y es que sobre 1900 «Hildebrands», una prestigiosa empresa alemana de chocolates de ese momento, lanzó una curiosa serie de postales que pronosticaba como iba a ser la vida en el año 2000 (o sea, la vida actual). Cada una de las postales estaba acompañada por una frase que define el invento futurista. En esta postal aparece lo que ellos llamaron ‘Paseos rápidos por el agua’. Y como la hicieron desde sus patrones, y no desde los nuestros,, el globo que tenía un papel importante en su imaginario no podía faltar:
Otro ejemplo de cómo los patrones modelan nuestra forma de pensamiento por mucho que pensemos en el futuro es otra postal de la misma seria que representa las casas móviles que habría en el siglo XXI. Son casas que van sobre raíles y que mueve un tren. Y tiene toda la lógica del mundo porque en aquella época el tren era todo un símbolo de modernidad. Su presencia garantizaba a las ciudades y pueblos cierto grado de desarrollo, por eso no es de extrañar que no se imaginasen un futuro sin él, y que incluso le diesen más cometidos de los que tiene:
Curiosamente lo de las casas móviles suele ser una constante y 34 años después de que se dibujasen estas postales también pensaron que en el 2000 existirían este tipo de casa. Pero se lo imaginaron desde otros patrones:
Crear patrones es una habilidad del cerebro adquirida por su instinto de supervivencia. Los patrones nos hacen la vida «más fácil», generalizar nos ayuda a tomar decisiones de forma más rápida y nos ha ayudado a sobrevivir. Pensar que algo que se parece a un león nos puede atacar es un patrón que probablemente ha salvado a mucho de nuestros antepasados… Pero la otra cara de la moneda es que el mismo mecanismo heredado para la supervivencia hace que pensemos desde lo que ha sido, no desde lo que podría ser. Y por eso nos cuesta tanto salir de los patrones que hemos creado nosotros mismos para crear cosas novedosas. Es difícil pero es más que posible. Estamos rodeados de millones de ejemplos. He elegido uno en particular que es un ejercicio muy parecido al de las postales de chocolate, pero que esta vez lo protagoniza un electrodoméstico común: una nevera. ¿Cómo os imagináis cómo será este electrodoméstico dentro de unos años? La nevera sirve para guardar comida… pero ¿Qué pasaría si en lugar de guardarla la cultivara? no se me ocurre nada más fresco!
Decía, con razón, George Bernard Shaw que “el hombre razonable se adapta al mundo; el no razonable insiste en intentar que el mundo se adapte a él y, por lo tanto, todo el progreso depende del hombre no razonable”. Es muy razonable crear patrones, pero es más razonable alejarse de ellos a la hora de innovar, a no ser que sigamos los patrones de la innovación. Pero ese es otro post.
Por cierto, así es como se imaginaban el Iphone nuestros tatarabuelos: