Pensamiento crítico y creatividad: una historia de amor

Si el pensamiento crítico y el pensamiento creativo compartiesen cartel en una película probablemente el pensamiento crítico fuese el Lex Luthor de Superman, el padre de Luke en la Guerra de las Galaxias o Golum en el Señor de los Anillos. Y es que reconozcámoslo, para muchos el pensamiento crítico es el Patito Feo de las habilidades del pensamiento, la kriptonita de la creatividad. Se insiste una y otra vez en que para ser creativos está «prohibido juzgar» y es cierto que en la fase de generación de alternativas es interesante suspender el pensamiento crítico, pero también es verdad que resulta fundamental en la fase anterior: detectar problemas u oportunidades, y en la fase posterior: evaluar cuál de las alternativas generadas es la que mejor va a cumplir nuestras expectativas. Así que de una forma tan poco elegante como eficiente podríamos decir que el pensamiento crítico es a la innovación lo que el pan al bocadillo: imprescindible al principio y al final. 

 
Quizás parte de la mala fama del pensamiento crítico se deba a que mucha gente pueda confundirlo con pesimismo. Pero no. No tiene nada que ver, de hecho a veces el pensamiento crítico te ayuda a no ser pesimista ya que te invita a cuestionar tus miedos y prejuicios y a acercarte más a la realidad. Esta mala fama, sin embargo, no tiene eco en el mundo de la lógica donde sucede todo lo contrario ya que se utiliza como un arma herramienta muy útil, ya que nos ayuda a detectar falacias en los argumentos. Y si bien en Lógica el pensamiento crítico está muy bien visto a la hora cuestionar conclusiones de otros y para generar opiniones nuestras, en el mundo real, en el día a día, el problema es que el pensamiento crítico casi ni se ve a la hora de cuestionar lo que pasa a nuestro al rededor. La forma en que actuamos o en que actúan los demás. ¿Es que somos tontos? No, somo gregarios: la mayoría hace lo que hace la mayoría sin cuestionar ni por un segundo por qué se hace así. 
 
En el post anterior vimos como los patrones de pensamiento que adquiríamos a través de nuestras vivencias limitaban nuestra creatividad, pues el pensamiento crítico sirve para romper los límites que nos producen los patrones de pensamiento, lo cual es tremendamente útil. Pero intentar innovar haciendo sólo uso del pensamiento creativo es como intentar ir en barca con un sólo remo: lo único que conseguiremos es dar vueltas y más vueltas. Y ahí es donde entra el pensamiento creativo, el otro remo de la barca, el que nos permite salir del estancamiento y avanzar hacia adelante. Cuando se unen ambos modos de pensamiento se consiguen resultados espectaculares. En casi cualquier  aspecto de la vida

Por ejemplo La Moda: 
 
 
Coco Chanel nació a finales del siglo XIX en una época en la que las mujeres sólo tenían dos opciones: casarse o ser unas mantenidas. Cocó se inventó una tercera opción: trabajar. Y no sólo trabajó para ganarse la vida, su trabajo cambió la vida de los demás: armada de pensamiento crítico cuestionó la visión que se tenía de la mujer en la Belle Époque y que quedaba reflejada en su moda opulenta y poco práctica y armada de pensamiento creativo y unas tijeras empezó a diseñar para un nuevo tipo de mujer trabajadora, emancipada e independiente para la que acortó faldas eliminó corsés y forros y dotó de una nueva comodidad desconocida hasta entonces. Y sobre todo, de libertad.
Cocó supuso un antes y un después para la moda, y de alguna manera también para la vida, para la forma de vivir de las mujeres. Hay una anécdota que resume su papel en la historia. Un día Cocó estaba paseando en uno de sus vestidos color negro (un color muy transgresor en aquella época) cuando se encontró con un diseñador muy reconocido de aquella época: Paul Poiret que al verla le preguntó «¿Por quién lleva el luto, señora? Y Cocó respondió «Por usted, señor» Y es que Cocó enterró todo una forma de pensar.
 
El deporte:
 
Hasta las olimpiadas de México de 1968 sólo se conocían dos maneras de realizar el salto de altura. Sólo dos: una modalidad conocida como de tijeras y la otra como estilo de rodillo ventral y aunque eran muy diferentes entre sí ambas compartían que se saltaba mirando de frente a la barra de altura. Miles y miles de profesionales del atletismo las aprendían y las perfeccionaban continuamente, pero nadie las cuestionaba, hasta que en las olimpiadas de 1968 el atleta americano Dick Fosbury cuestionó estas formas de saltar y aportó una nueva: el salto de espaldas, que resultó ser mucho más eficaz y que ahora se conoce como Fosbury flop. Fosbury no sólo ganó una medalla de oro, sino también el derecho a ser reconocido como uno de los grandes ejemplos de creatividad aplicada a pesar de que no lo tuvo nada fácil, tal y como él mismo señala: la popularidad actual de mi estilo es un premio maravilloso a cuanto tuve que aguantar al principio con un estilo que no gustaba a nadie. El salto de espaldas ya lo practicaba en el instituto y todos se reían de mí, considerándome un chiflado y algunos como un snob por salirme de las normas conocidas. Hasta que gané en México 1968 pasando a la categoría de héroe
 

La empresa:

Nombrado Sir por la reina de Inglaterra el fundador de Virgyn (y sus más de 300 negocios), Richard Branson, es a los emprendedores lo que Marilyn Monroe a la sensualidad. De él se ha dicho de todo, tanto bueno como malo pero es innegable que tiene una capacidad muy por encima de lo normal de ver las cosas desde un pensamiento crítico y luego darles un toque creativo. De hecho comenta que la mayoría de empresas que ha fundado lo ha hecho al ver con ojos críticos otras empresas y darse cuenta de cómo podían mejor su servicio al cliente. Pero quizás de todos sus negocios, el que más supone todo un desafío al presente tal y como lo conocemos es su empresa de turismo espacial, concretamente realizar viajes y estancias en Marte. Esta idea ahora está en esa fase en la que produce recelos y rechazo. Y no hay ninguna garantía de que funcione. Pero desde luego Branson se ha cuestionado algo que ha día de hoy era incuestionable: ir al espacio es algo que sólo está al alcance de los astronautas gracias a los gobiernos, no de los particulares.  
 
Hay millones de ejemplos en este sentido, y a todos los niveles: científico, político, religioso, arte, etcétera… A la mezcla de pensamiento crítico con pensamiento creativo le debemos mucho. Por eso en lugar de protagonizar una peli de héroes y villanos deberían protagonizar una historia de amor, porque juntar el pensamiento crítico con el pensamiento creativo es casi la garantía de un final feliz.

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