¿Qué comprarías antes, una carne 98% libre de grasa u otra con un 1% de grasa? Si perteneces al común de los mortales lo más normal es que te hayas decantado por la primera opción a pesar de que tiene el doble de grasa que la segunda… ¿por qué? porque somos los tataratatarataradescendientes de aquellos que eran capaces de detectar el peligro y huir de él. Con esto no quiero decir que todos seamos descendientes de cobardicas, sino de precavidos, y la forma más fácil de ser precavido es identificar lo que no te gusta y evitarlo. Por ejemplo, eres precavido cuando identificas nubes en el cielo y coges un paraguas para evitar mojarte. Eres precavido cuando coges un taxi porque llegas tarde a una reunión, para evitar buscar aparcamiento y llegar aún más tarde. Identificar lo que no es bueno para nosotros ha contribuido a nuestra supervivencia. Y como somos unos supervivientes algo de esa capacidad metida en el subconsciente de evitar cosas que no nos gusta, queda. El caso es que como todas las herencias ésta también tiene sus consecuencias: somos más receptivos a evitar mucho de lo que no nos gusta que a aceptar un poco de lo que nos gusta por eso una carne con un 98% libre de materia grasa nos parece más atractiva que otra con un 1%, aunque tenga el doble de materia grasa que la segunda (y sea la mitad de sana) pero eso a simple vista se nos escapa. Y no es que seamos simples, es que simplemente muchas veces profundizamos poco a la hora de tomar decisiones relacionadas con comprar, lo cual nos puede servir para vender y para convencer. La misma carne presentada de una forma u otra, haciendo hincapié en lo que tiene o en lo que no tiene, no parecerá más o menos apetecible. Se trata de una trampa cognitiva, el equivalente a la miel para atraer a los osos o el queso en el caso de los ratones. La forma de decirlo es lo que nos lo hace atractivo. Por eso a la hora de vender o convencer resaltar lo bueno que tiene tu producto o tu servicio está muy bien, pero resaltar lo que no tiene que a la gente no le gusta también. Y cuanto más grande sea aquello que no le gusta a la gente y que evitas haciendo uso de tu producto, mejor. Nos atrae evitar lo que no nos gusta, en eso precisamente consiste la erótica del NO. Pero la erótica del NO no sólo sirve para vender o convencer, también es muy útil a la hora de diseñar productos o servicios, así que cuando quieras diseñar algún producto o servicio piensa en lo que NO te gusta de productos o servicios parecidos y elimínalo. Hay muchos productos en este sentido: bebidas sin azúcar añadido, comida sin conservantes ni colorantes, servicios sin lista de espera, etc…
Además esta forma de pensar a la hora de diseñar o comunicar va muy en línea con algo que escribió en un pentagrama el señor Andrés Calamaro y que podría ser el estribillo de la canción que cuenta la historia de mucha gente:
«No sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero»
Pensar en lo que no te gusta, e incluso en lo que odies de un producto o servicio, puede ser un buen punto de partida para mejorar algo. Así que si estás pensando en montar algo acuérdate de la erótica del NO, porque detrás de un Odio, puede haber un buen Negocio.