El 24 de noviembre de 1859, el famoso naturalista inglés publicó El origen de las especies, un libro en el que desarrolla la teoría de la evolución, según la cual todas las formas de vida, incluido el hombre, se han desarrollado a través del proceso de selección natural. Una selección que según sus propias palabras no depende de la fuerza, sino de la flexibilidad: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.
¿Qué pasaría si Darwin en lugar de haberse dedicado al estudio de los seres vivos se hubiese dedicado al estudio de las ideas? ¿A qué conclusión habría llegado?
En el mundo de la creatividad siempre se ha premiado la fluidez, la capacidad de generar muchas ideas por muy disparatadas que sean: «la calidad es hija de la cantidad» es un mantra que se repite una y otra vez. Y es cierto, si sólo tienes una idea sobre algo, es muy poco probable que esa idea sobre ese algo sea la mejor.
Pero si bien es verdad que es bueno tener muchas ideas para poder elegir la mejor. ¿Qué criterio debemos seguir para no equivocarnos al elegirla? Pues el primero y fundamental es que sea útil, es decir que cumpla la función que se espera que cumpla… pero a partir de ahí… ¿En qué fijarnos? ¿En que sea original? ¿Divertida? ¿espectacular? Yo cada vez lo tengo más claro… parafraseando a Darwin para mi «las ideas que tienen más posibilidades de éxito no son las más espectaculares ni las más caras, sino aquellas que son más sencillas»·
Hay una anécdota tan conocida como ilustrativa al respecto:
Cuando la NASA comenzó con sus proyectos de vuelos espaciales se encontraron con un problema, los bolígrafos convencionales usaban la gravedad para escribir, así que eran inútiles en el espacio exterior. ¿Que es lo que hicieron entonces? pues fácil, se gastaron millones de dólares en desarrollar un bolígrafo que fuera capaz de escribir en gravedad cero. Los rusos mientras tanto decidieron usar un lápiz«.
La historia no es cierta tal y como describe muchos artículos como éste. Pero es tan famosa que hasta tiene su propio merchandishing:
foto vía baronbob |
Es cierto que la historia del lápiz ruso es falsa pero también es verdad que encierra una verdad incuestionable: que a veces se nos olvida que hay soluciones a nuestro alcance que por su simplicidad pasan desapercibidas.
Por ejemplo, el cambio climático es un problema sobre el que se han propuesto cientos de soluciones como:
El uso de espejos o lentes en el espacio. La propuesta se basa en la colocación en órbita de espejos que nos permitieran actuar sobre la radiación solar que llega al planeta.
o La inyección artificial de aerosoles en la estratosfera. basada en el hecho de que las erupciones volcánicas liberan millones de toneladas de dióxido sulfúrico en las capas altas de la atmósfera. Estos aerosoles circulan por la atmósfera y bloquean una parte de la radiación solar entrante en la atmósfera, así que la idea sería crear un efecto parecido emitiendo mediante aviones aerosoles o polvo en las capas altas de la atmósfera.
Ambas ideas provienen del mundo de la geoingeniería o “Ingeniería Planetaria» y contrastan con otras como la que hace un tiempo propuso Steve Chu, Nobel de física en 1997 y ministro de Energía de Estados Unidos: pintar de blanco o colores claros los tejados y otras superficies planas, como las carreteras.
Según el científico, todos los tejados planos deberían pintarse de blanco y los inclinados, de colores fríos que absorbiesen mucho menos calor que las superficies negras u oscuras.Las superficies pintadas de colores claros ayudarían a combatir el cambio climático al reflejar más radiación solar al espacio y reducir al mismo tiempo la cantidad de energía necesaria para la refrigeración de los edificios. De hecho tal y como cuenta el diario El Mundo en esta noticia afirmó que si se pintasen todas esas superficies con colores blancos se conseguiría una reducción de las emisiones de CO2 similar a la que se obtendría prohibiendo la circulación de todos los coches del mundo durante once años.
Y es que un mismo problema puede ser resuelto con infinitas soluciones diferentes, y una forma de detectar a las ideas que tienen mayor posibilidad de «triunfar» es fijarse en su sencillez de ejecución o de uso.
Curiosamente existe un premio irónico que se basa en el supuesto de que la humanidad mejora genéticamente cuando ciertas personas sufren accidentes, muertes o esterilizaciones por un error absurdo o un descuido conocido como los Premios Darwin. ¿Os imagináis unos premio Darwin de las ideas?