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Lo reconozco, me declaro públicamente víctima de un robo, pero no a mano armada, sino a «historia contada». Ayer por la tarde fui a una tienda decidida a comprarme un Rimmel. Confieso que en lo referente a máscaras de pestañas soy bastante promiscua, así que a pesar de que el último que había probado me gustaba bastante llamé a una amiga mía de esas que sabe más que Google de maquillaje y me recomendó que me comprase el They’re real de Benefit. Y allá que voy yo con el nombre de la máscara apuntado y sin la intención de comprar nada más cuando le pido a la dependienta el producto en cuestión. Mientras me lo saca me dice que es su segundo producto estrella. Y claro, no puedo evitar preguntar por el primero. Y aquí es donde empieza el atraco en forma de «Storytelling». Me cuenta que la marca la inventaron dos hermanas gemelas en San Francisco, que hartas de ser actrices y modelos decidieron probar suerte en el mundo de la coméstica y que su best seller -que es un colorete líquido que puede usarse también como pintalabios- nació a raíz de un encargo de una bailarina exótica (Stripper) que necesitaba un producto que le mantuviera los pezones sonrosados toda la noche. Y de la preocupación de una stripper por sus pezones a la tranquilidad de las gemelas porque ese producto se ha convertido en bestseller, y de las usuarias, ya que mantiene a las mejillas sonrojadas un tiempo muy superior al de otros productos.
Y claro, yo que soy de esa que se compra el dentrífico de los dentistas, como para no comprarme ese «rubor líquido» después de escuchar la historia!!!
El storytelling es una herramienta muy usada por las marcas en los anuncios. La mayoría de anuncios nos cuentas historias y no características de los productos, porque las historias conectan con las emociones y decir cómo es un producto, no tanto. Lo curioso es que por primera vez he visto esta técnica en un punto de venta. Y funciona. Mis mejillas dan fe de ello.
Las historias generan empatía. Es indudable. Prueba de su éxito son las religiones, que se transmiten invariablemente a través de historias. Religiones completamente diferentes en doctrina comparten en común este método. La mayoría de empresas tienen una historia que contar sobre cómo nacieron, las famosos garages de Silicon Valley o el cabreo de Zuckerberg. Pero lo curioso es que las que no lo tienen, lo compran. Por ejemplo, a mucha gente le suena que Ebay -la mítica web de subastas de productos- nace porque la mujer de su fundador, Pierre Omidyar, era una apasionada coleccionista PEZ, y quería contar con una bolsa online en la que poder intercambiar figuras de la marca. Pero la realidad es que , según un extrabajador de Ebay, Rogelio Bernal , se trata de una historia que se inventa el departamento de marketing dos años después de su fundación y que se mantiene a día de hoy. Lógico.Y es que, a los hechos me remito, es innegable que lo de contar cuentos, a la hora de tomar una decisión, cuenta. Y mucho.