El síndrome de John Frum

Siempre me han gustado algunos nombres que se ponen a enfermedades como el complejo de Edipo o el síndrome de Stendhal. Y es que me gustan como me gusta la palabra sacapuntas: si sabes lo que es el verbo sacar y sabes lo que es una punta, no tendrás muchos problema en «adivinar» qué es un sacapuntas.

Así que si conoces algo de mitología griega y te suena Edipo: famoso por matar a su padre y casarse con su madre, no resulta extraño que Freud hiciese uso de ese nombre para describir al deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo.

Algo parecido pasa con el síndrome de Stendhal. Stendhal es un autor francés del s.XIX que tras un viaje a Florencia publicó el libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggioen el que comentó cómo se sintió al verse expuesto ante tanta belleza:

«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme«.

Por lo que a finales del s.xx una psiquiatra italiana bautizó con su nombre a los vértigos y desvanecimientos que sienten algunas personas al contemplar algo bello.

Por eso, si la gente supiese quién es Jonh Frum, se podría bautizar con su nombre a un síndrome que cada vez está más presente en la sociedad actual. A día de hoy no se sabe si John Frum existió en realidad o sólo en la mente de algunos indígenas de las islas del Pacífico que durante la segunda guerra mundial vieron interrumpida su «pacífica» vida al ver cómo algunos americanos construyeron bases militares en su territorio y -de forma totalmente involuntaria- también construyeron una nueva religión.

El caso es que los indígenas antes de la llegada de los americanos tenían su propia religión, con sus ritos y sus dioses, no muy diferentes a la de otras tribus «primitivas». Pero con la llegada de los americanos llegaron a la conclusión de que algo estaban haciendo mal. A sus ojos los americanos no daban un palo al agua: no los veían con azadas ni con machetes, pero a pesar de no cultivar ni cazar, no sólo no pasaban nada de hambre sino todo lo contrario: comían cuando querían y no cuando podían, como ellos… Y claro, pensaron que algo estaban haciendo mal y decidieron hacerlo mejor. Pensaron que sus dioses ancestrales eran mucho menos efectivos que los de los americanos, ya que desde su punto de vista les obligaban a trabajar más (cazar, cultivar, etc) por menos. Así que decidieron endiosar a uno de esos americanos, un tal John Frum, e imitar lo que para ellos eran sus rituales para convocar a los dioses: Vestir de verde, hacer desfiles, y descansar a la sombra de un árbol:

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EL caso es que lo que desde la distancia nos puede parecer divertido es algo más habitual de lo que pensamos… Dicen que que es bueno aprender de los mejores. Imitar lo que funciona forma parte de nuestra evolución. De hecho imitar es muy importante, pero aún lo es más saber qué imitar… Si yo quiero tener el mismo éxito que Apple de nada servirá que ponga una i delante de mis productos, sin embargo, sí lo hará que me fije en poner mucha atención al diseño y a la simplicidad en el uso…

Pero es que el síndrome de John Frum, es decir, el imitar lo «menos importante» es algo que forma parte de nuestro día a día… de las formas más insospechadas. Por ejemplo hay una nueva aplicación para aprender inglés llamada Nativox que combate el síndrome de John Frum que ha invadido desde siempre nuestro aprendizaje de la lengua de Shakespeare. Desde pequeños nos han dicho que la única forma de mejorar nuestro inglés es a través de la pronunciación. Y es verdad. Y es importante. Pero Nativox, se basa en estudios que demuestran que para mejorar nuestro inglés hay algo aún más importante que mejorar nuestra pronunciación, que es mejorar la entonación… al final es como una canción… Para que la gente sepa de qué canción estás habando es casi más imp que sepas la melodía que la música. En este vídeo sobre cómo hablar mejor inglés lo explican muy bien:

 

Por cierto, la campaña de Nativox para darse a conocer es muy divertida. Puedes verla aquí:

El síndrome de John Frum nace de algo muy bueno que es la voluntad de aprender, junto a algo muy malo que es el no ser exigentes a la hora de fijarnos en lo que es verdaderamente importante aprender. El caso es que hacemos la mayoría de cosas que hacemos sin cuestionarnos por qué las hacemos. Y que yo sepa, hasta ahora ese cuestionamiento, ese pensamiento crítico es la única vacuna para este síndrome recién bautizado pero que nos acompaña desde siempre.

Por cierto, puedes saber más de John Frum aquí http://barcomasgrande.blogspot.com.es/2008/09/john-frum-que-ests-en-los-cielos.html

 

2 respuestas a «El síndrome de John Frum»

  1. Me encanta. Así es, imitar forma parte de nuestra evolución como cuestionarnos forma parte de nuestra naturaleza. A partir de ahora, la próxima vez que imite algo, me preguntaré si estoy bajo el síndrome de John Frum. Gracias Diana.

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